Llevo casi un mes aquí, un mes
que ha sido rápido y lento, extraño. Los primeros días me sentía de visita, eso
es porque evidentemente vine 6 veces antes a éste país y venía de paseo, me
constó entender que en mi séptima vez me quedaba, en algún momento me costó
entender que decidí quedarme para estudiar.
Pasé de vivir sola en un espacio
que era totalmente mío, en donde hacía lo que quería, a compartir mi vida con
tres personas más; pasé de estar en un trabajo que me encantaba, con personas
que aprendí a valorar y a querer como mis amigas, a la desocupación extrema de
no hacer nada; pasé de salir con mi gente todos los días, de tener espacios de
desahogo y contención a no conocer a nadie (y cuando digo “no conocer a nadie”
es así de real); pasé de habitar una ciudad que conozco desde que nací y que me
agrada, a una ciudad desconocida, en la que me enredo con sus diagonales y aún
me cuesta saber dónde está el norte. Y así un montón de cambios.
Pero eso no es algo que me
complique, no es ese cliché en el que dicen que todos los cambios son para
mejor, en verdad no. Pero el descubrir(me) todos los días no es algo que me
incomode, es algo que me fortalece. Pero sigue siendo extraño.
¿Qué es lo extraño?
Lo extraño es mirar al resto que
es parte de mi vida desde fuera, lo extraño es ver cómo avanzan o retroceden sus
vidas sin poder aportar, sin poder ver, abrazar y mirar a las personas, lo
extraño es ver cómo las personas se van adaptando a sus realidades, lo extraño
es no sentirse parte de sus vidas. Sí, llevo un mes y con el tiempo también
armaré mi vida acá, voy de a poco, pero no pensé que eso sucedería.
Varias personas me han preguntado
si extraño allá y la verdad es que no sé si es políticamente correcto decir que
no, capaz me mienta a mí misma. Porque sí, extraño cosas, pero no hay nada que
me haga volver, aún. Debe ser porque nadie dependía de mí, ni yo dependía de
nadie… espero que solo sea eso.
Es extraño vivir situaciones
desde afuera, vivir cumpleaños de familiares, vivir penas de amigos y no poder
estar ahí para abrazarlos y estar acá sin tener a quién abrazar, pero no es tan
terrible (o quiero creerlo así).
Es extraño saber que la gente que quiero está
conectada siempre, pero a la vez tan lejos que no me dan ganas de hablar, me
siento interrumpiendo su vida. Capaz dejé más cosas extrañas abiertas, de las
que debí dejar y hoy me pasan la cuenta.
He llamado constantemente a las
cosas que no sé explicar, como algo “extraño”. Lo extraño es lo que no sé
describir, lo que me genera contradicciones, lo que no tiene justificación
racional, lo que sale de la guata.
Soy una contradicción constante
en construcción.
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